"Desde mi adolescencia, pensaba que los problemas los solucionaba uno mismo y que no había que pedirle ayuda a nadie. Creyendo casi que con el razonamiento matemático uno podía hacerles frente a los problemas de la vida y a sus efectos psicológicos. Pero a los 27 años, cuando me vi superado, decidí buscar apoyo de un profesional. 

 

Para mi pesar, y confirmando las aprensiones que tenía con la ayuda externa, la experiencia resultó pésima. Sentí que el profesional no me tomaba en serio y que mis problemas no eran importantes. Después de la tercera sesión no fui más.

 

Casi 10 años después, y a raíz de que uno de mis ciclos de “problemática mental” se manifestó más fuerte de lo habitual (influyendo negativamente incluso en mi entorno), tomé la decisión de buscar ayuda nuevamente.

 

Esta vez, las cosas fueron muy distintas. Mariana me dio la confianza necesaria para poder hablar de mis problemas. Si bien soy un poco lento y complicado para expresar mis emociones, no me sentí presionado por el proceso que estaba enfrentando. Y una de las cosas principales, es que sentí un compromiso real por parte de Mariana. Ahora sí mis problemas eran importantes.

 

Después de un largo periodo de terapia, en el cual hubo altos y bajos, pude darme cuenta de cómo estaba enfrentando la vida y de los problemas que tenía al anhelar cosas que realmente no quería y que no me hacían bien. No significa que terminada la terapia tenga todo resuelto y que me “sané”, sino que al entenderme de mejor forma siento que tengo las herramientas para enfrentar los nuevos procesos de la vida de una manera mas sana."